viernes, 26 de noviembre de 2010

LAMENTO SOBRE JERUSALÉN. Lc 13,31-35.

31 En aquel momento se acercaron unos fariseos a decirle:
- Vete, márchate de aquí, que Herodes quiere matarte.
32 Él les contestó:
- Id a decirle a ese don nadie: "Yo, hoy y mañana, seguiré curando y echando demonios; al tercer día habré acabado".
33 Pero hoy, mañana y pasado tengo que proseguir mi camino, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén.
34 ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la clueca a sus pollitos bajo las alas, pero no habéis querido!
35 Pues mirad, vuestra casa se os quedará vacía. Y os digo que no volveréis a verme hasta el día que exclaméis: "¡Bendito el que llega en nombre del Señor!".


EXPLICACIÓN.

H. Invectiva contra la institución judía. 31-35. Punto central de la estructura. Estrecha conexión con la perícopa anterior (En aquel momento), Jesús acaba de formular una gran amenaza para Israel como pueblo escogido (13,28-30). Algunos fariseos, con el pretexto de que Herodes quiere matarlo, le aconsejan marcharse de Galilea, territorio de la jurisdicción de Herodes, para evitar que se divulgue allí su planteamiento universalista del Reino, que suprime el privilegio de Israel. Herodes ve en él una amenaza, como antes en Juan (3,19s) (31).

Jesús se niega a interrumpir su labor liberadora (echar demonios, curar). Don nadie (32), lit. "zorro", metáfora cultural, no sólo de la astucia, sino sobre todo de la insignificancia (opuesto a "león", persona importante); Herodes, con su intención de matar a Jesús, afirma su superioridad sobre él, y Jesús se la niega. El tercer día alude a su muerte-resurrección (cf. Os 6,2) (9,22). La mención de los tres días (33: hoy, mañana y pasado) indica la totalidad del camino que resta para llegar a su muerte-resurrección. Triste privilegio de Jerusalén (cf. 11,47).

Tomando pie del consejo de los fariseos, Jesús pronuncia una invectiva contra Jerusalén, la ciudad asesina (34), centro de la institución judía; explicita así el propósito de su viaje (cf. 9,51). Tus hijos, el pueblo; vuestra casa se os quedará vacía (35), no será morada de Dios ni estará protegida por él: alusión a la destrucción del templo/casa de Dios (Jr 7,11-15) y al fin de Israel/casa de Israel como nación (Jr 12,7-13). Sólo encontrarán a su Mesías cuando reconozcan a Jesús.

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