martes, 30 de noviembre de 2010

EL HIJO PRÓDIGO Y EL HIJO OBSERVANTE. Lc 15,11-32.

11 Y añadió:
- Un hombre tenía dos hijos;
12 el menor le dijo a su padre:
- Padre, dame la parte de la fortuna que me toca.
El padre les repartió los bienes.
13 A los pocos días, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo como un perdido.
14 Cuando se lo había gastado todo, vino un hambre terrible en aquella tierra, y empezó él a pasar necesidad.
15 Fue entonces y buscó amparo en uno de los ciudadanos de aquel país, que lo mandó a sus campos a guardar cerdos.
16 Le entraban ganas de llenarse el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pues nadie le daba de comer.
17 Recapacitando entonces se dijo:
- Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra, mientras yo aquí me muero de hambre.
18 Voy a volver a casa de mi padre y le voy a decir: "Padre, he ofendido a Dios y te he ofendido a ti;
19 ya no merezco llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros".
20 Entonces se puso en camino para casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y se conmovió; salió corriendo, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
21 El hijo empezó:
- Padre, he ofendido a Dios y te he ofendido a ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo.
22 Pero el padre dijo a sus criados:
- Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en el dedo y sandalias en los pies;
23 traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete,
24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y se le ha encontrado.
Y empezaron el banquete.
25 El hijo mayor estaba en el campo. A la vuelta, cerca ya de casa, oyó la música y el baile;
26 llamó a uno de los mozos y le preguntó qué pasaba.
27 Éste le contestó:
- Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar el ternero cebado por haber recobrado a su hijo sano y salvo.
28 Él se indignó y se negaba a entrar; su padre salió e intentó persuadirlo,
29 pero él replicó a su padre:
- A mí, en tantos años como te sirvo sin saltarme nunca un mandato tuyo, jamás me has dado un cabrito para hacer fiesta con mis amigos;
30 en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, matas para él el ternero cebado.
31 El padre le respondió:
- Hijo, ¡si tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo!
32 Además, había que hacer fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a vivir, andaba perdido y se le ha encontrado.


EXPLICACIÓN.

El contenido de esta parábola sobrepasa el de las dos anteriores. El hijo primogénito, figura del Israel/los fariseos; el hijo menor, de los "pecadores/paganos". El pequeño es el hombre sin ley; el mayor, el observante escrupuloso (29).

La experiencia convence al hijo pequeño de su error y lo obliga a recapacitar (17-19). Vuelta del hijo: el padre no lo espera en casa, sale a su encuentro (20); no lo deja acabar la frase que tenía preparada (18s.21); la enorme alegría se manifiesta en el derroche de acogida y de fiesta (22s).

El hijo mayor, en cambio, que ha condenado a su hermano (30), es incapaz de alegrarse por su vuelta. No sabe ser hijo: sirve a su padre y no sabe que todo lo del padre es suyo; vive en su propia casa como un siervo. Jesús retrata la actitud de los fariseos; no se parecen en nada a Dios, porque no saben amar como él (6,36); ponen su orgullo solamente en la observancia; para ellos, Dios no es Padre, sino dueño.

No hay comentarios:

Publicar un comentario